Historias al volante: una mirada desde el corazón del transporte
- Francisca Latrach
- 9 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 1 día
En el mundo del transporte, muchas veces los buses, las rutas o los destinos ocupan el centro del relato. Pero si algo aprendemos cada día en SOTRUL es que quienes realmente le dan vida a este rubro son las personas que lo recorren. Por eso, cuando hablamos de compromiso, excelencia y profesionalismo, no hablamos de conceptos abstractos. Hablamos de personas. De conductores como Nicolás Sanhueza y Matías Morales, que con su historia y experiencia nos recuerdan que este trabajo va mucho más allá de mover pasajeros: es una labor de vocación.
Matías lleva dos años trabajando con nosotros. Lo que más valora de su trabajo es que, según sus propias palabras, “todos los días se aprende algo nuevo y eso te hace mejorar”. La libertad de la carretera, el trato humano con los pasajeros y el orgullo de saber que su labor es reconocida —a veces con un simple “engañito” o agradecimiento al final del trayecto— hacen que cada jornada tenga sentido.

Nicolás, en cambio, ya casi cumple cuatro años en la empresa. Para él, lo que marca la diferencia es poder salir desde su propia casa a trabajar y contar con beneficios concretos como el acceso a servicios de alimentación en las empresas que atendemos. Su relato también nos muestra otra cara de la experiencia: la capacidad de resolver con criterio y profesionalismo. Recuerda un viaje a Portillo en medio de una fila interminable de camiones tras un temporal. Junto al guía, evaluaron el terreno caminando, buscaron la mejor opción y tomaron una decisión que les permitió seguir avanzando con seguridad. Ese tipo de acciones no se enseñan en los manuales; se aprenden con experiencia, cabeza fría y sentido común.
Ambos coinciden en algo clave: lo que distingue a SOTRUL no son solo los buses, ni la flota eléctrica o las rutas. Es el trato cercano, el sentido de familia y el respaldo de un equipo que está ahí cuando se necesita. Nicolás lo resume así: “Somos una empresa familiar de trayectoria. Desde el trato al pasajero hasta el compañerismo, todo se nota”.
Podríamos seguir sumando desafíos, historias y logros. Porque cada conductor tiene una mochila cargada de kilómetros, anécdotas, y también expectativas. Enfrentan el día a día con responsabilidad, con el deseo de entregar un servicio de excelencia y de hacer sentir al pasajero seguro y bien atendido.
Y si hay algo que estos testimonios dejan claro, es que el transporte también se construye desde la confianza, la cercanía y la vocación. Porque cuando alguien se sube a un bus SOTRUL, no está tomando cualquier transporte. Está viajando con un equipo que entiende que cada detalle —desde la limpieza, la puntualidad o una sonrisa amable— es parte de una experiencia que vale la pena vivir bien.

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